Cuando no tenía hogar, a veces solía dormir en su auto Camry de 1999, cerca de la rotonda del antiguo King/Drew Medical Center. Le daba tranquilidad y una sensación de seguridad mirar las imponentes paredes de cemento y pensar en todas las personas que estaban dentro, cuyos trabajos consistían en cuidar a otros.
"Algún día", Rakeem Addison pensó, "quiero ser alguna de esas personas".
Y ahora lo es. Rakeem ahora es Técnico de Cuidado al Paciente en el Martin Luther King, Jr. Community Hospital (MLKCH). Ha sido un recorrido extraordinario para un hombre que alguna vez caminó 11 millas para llegar al trabajo porque no tenía dinero para la gasolina. Cuando tantas dificultades podrían haber vuelto insensibles a otras personas, Rakeem logró inspirarse para hacer del mundo un lugar mejor.
En la actualidad, toca música para sus pacientes en las habitaciones; en estos días, en su mayoría pacientes con COVID-19. También les lleva los cargadores para sus teléfonos. O habla con ellos cuando se sienten solos, ya que, muchas veces, debido a la necesidad de aislamiento por el tratamiento contra la COVID-19, se sienten así. Lleva una cuenta diaria de sus sonrisas.
También es la razón por la que forma parte de un grupo que dirige la campaña MLKCH Gives de este año, la campaña anual de donaciones del personal del hospital.
“Siento que las etapas más difíciles de mi vida me motivaron a retribuir”, explica Rakeem. “De hecho, puedes salvar a otra persona o evitar que suceda algo malo. Dar y recibir pueden abrir muchas puertas.”
Rakeem habla desde su experiencia. Hijo de padres ghaneses, pasó tiempo en Carmelitos Housing Project en North Long Beach, hasta que lo trasladaron al hogar de un tutor por problemas familiares. Como muchos niños, su sueño era jugar al básquetbol hasta que dejó de serlo. A los 19 años, era un padre con un trabajo de medio tiempo en el que no ganaba lo necesario para poder vivir. El golpe bajo fue el día en que tenía dinero para comprar pañales, pero no alimentos.
“Recuerdo haber pensado: "Esto no puede ser real” indica Rakeem.
De manera instintiva, empezó a buscar un ejemplo a seguir. En las instalaciones médicas de MLK, lo encontró. "Honestamente, me ofreció una visión diferente de lo que podría ser mi vida".
Empezó a leer y a pasar horas en la biblioteca local. Cuando la biblioteca cerraba, se llevaba el libro al parque donde la luz nocturna para leer era más intensa.
“Tenía que expandir mis horizontes y buscar algo por lo que luchar”.